Síndrome del ojo seco ¿cómo nos afecta?

El ojo seco es un síndrome que afecta la superficie ocular, lo cual genera molestias visuales, e incluso, lesiones en la córnea y la conjuntiva. Este problema visual va más allá de la incapacidad para generar lágrimas.

¿Qué es el síndrome del ojo seco?

El síndrome del ojo seco se produce por el déficit de lágrimas, bien sea por escasa producción o excesiva evaporación. Suele estar asociado a la inflamación del párpado, conocida como blefaritis, o a la disfunción de las glándulas de Meibomio. Existen al menos unos cinco tipos de síndrome de ojo seco, que varían en cuanto a causas y grado de severidad. A continuación, enumeramos los más comunes:

  • Acuodeficiente: se refiere a la deficiente producción de lágrima, puede asociarse al síndrome de Sjögren.
  • Evaporativo: es causado por la disfunción de las glándulas de Meibomio y se traduce en la rápida evaporación de la lágrima.
  • Neurotrófico: además de limitar la secreción de lágrima, afecta la regeneración de la superficie ocular.

Además, existen los tipos de síndrome de ojo seco inflamatorio y el neuropático. Este último se traduce en la alteración en la inervación de la córnea, cuyas causas son desconocidas. Entre los síntomas del síndrome del ojo seco, se enumeran la sequedad ocular, enrojecimiento del ojo, sensación de cuerpo extraño, picor, irritación, molestia causada por la luz e incluso lagrimeo.

El tratamiento debe ser indicado en función de la sintomatología y condición visual del paciente. Esta enfermedad implica hábitos y cuidados, como la higiene palpebral, la hidratación con lágrimas artificiales, evitar la exposición prolongada al aire acondicionado y a la calefacción, y el consumo de antibióticos y antiinflamatorios prescritos por el médico.